TRANSPORTANDO EMOCIONES

 En ocasiones bastante frecuente manejamos un vehículo acompañados de otra persona.

Esta otra persona puede tener cierta o mucha autoridad sobre nosotros.

En estas circunstancias entramos en una dinámica diferente a aquella en que  viajamos solos o con más personas cuya autoridad sobre nosotros es neutra o nula. Si este es el caso, entonces nuestra conducta en el manejo es tal como cuando viajamos solos, excepto que:

Somos responsables de nuestra vida y de la de los otros ocupantes del vehículo. También somos responsables de conducir de manera de no afectar a otras personas alrededor de nosotros.

Para el caso en que conducimos acompañados de una persona con autoridad sobre nosotros, suele ocurrir que dicha persona entra en acción dando instrucciones de qué hacer en diversas circunstancias.  Esta situación nos puede provocar entrar en un conflicto entre ambos, pero es la oportunidad de hablar claro, con vías a evitar bajar nuestra asertividad.

Dicho de una forma simple, podemos pedirle a nuestro estimado copiloto que nos advierta de situaciones que estén ocurriendo afuera del vehículo anticipadamente para tener tiempo de reaccionar y actuar correctamente. Podemos proponerle “mirar” que cualquier juicio sobre nuestro actuar podrá así, resultar ya innecesario. Es mucho mejor hablar de hechos que de juicios de valor.

Esta comunicación clara nos regresa a la relación sana:

Yo confío, tú confías.

Yo confío en mis habilidades en la conducción y mantengo mi responsabilidad de mi mismo y de los demás.

El o ella (copiloto), confía también en mis habilidades. Esta será una oportunidad para él o ella de asumir su propia responsabilidad de permitir que alguien más conduzca el vehículo.

Psic. Antonio Magaña G.