TRANSPORTANDO EMOCIONES
Cierra tus ojos e imagínate que tienes cuatro o cinco años, que volteas hacia abajo y ves los zapatos de papá frente a ti, poco a poco ve subiendo la mirada hasta que te topes con su sonrisa y sus ojos. ¿Lo ves grandote, poderoso, imponente, lo suficientemente fuerte para protegerte? La mayoría de nosotros podríamos decir que si, que en algún momento ya sea papá o alguna figura de nuestra infancia nos brindó seguridad y confianza, que bastaba pedirle que nos abrazara para sentirnos totalmente protegidos.
Esta experiencia de infancia se queda fijada en nuestra imagen inconsciente por lo tanto en la idea, relacionamos lo que es más grande con lo más confiable y así conforme vamos creciendo física y evolutivamente, esa figura deja de ser tan literal y transformamos la necesidad de sentirnos cuidados a diferentes objetos o personas. Una de esas posibilidades es que, sin saber por qué, deseamos profundamente poseer un vehículo lo suficientemente grande para que nos brinde “estabilidad, seguridad, etc”.
Una buena manera de no sentirnos frustrados por no tener ese bien material que creemos nos hará sentirnos mejor es trabajar a nivel psíquico y emocional la figura de autoridad que no hemos logrado internalizar y reconocer que al crecer, podemos transformarnos en nuestro propio cuidador, tanto interno como externo.
Lic. Psic. Aura J. Ruiz M.
Aún no hay comentarios