LA HISTORIA Y EL AUTOMÓVIL
José decide casarse con la mujer que llegó a ser su pareja de toda la vida, con la cual formó una familia de varios integrantes y un solo hijo varón.
Su esfuerzo y trabajo en el negocio familiar que fundó años atrás le permitió adquirir un auto el mismo año en que nació su único hijo hombre, en 1974. Este auto definitivamente era diferente a otros que había tenido antes, era nuevo, un Ford ltd Guayín año 1974 es el auto que José escogió para hacerlo parte importante de su historia junto a su familia aun que algunos piensan que en realidad el auto es el que escoge al propietario, alentado por el momento de vida y el nivel de alegría que experimentaba, puesto que por fin llegaba su tan anhelado hijo varón que aseguraría otra generación del apellido paterno.
El auto era blanco, familiar, grande, de lujo, con interiores guindas, una canastilla para llevar equipaje extra y asientos traseros abatibles para niños. Este auto se convirtió en un icono familiar. Es difícil para los allegados a José no recordar su guayín blanco, y aunque los años pasaran este auto seguía teniendo bien definida su función dentro del núcleo familiar: era un auto para la familia de José, que les ofrecía comodidad y seguridad a donde los llevara.
José siempre depositó incondicionalmente su confianza en este auto, que hasta cierto punto era un reflejo de él mismo y lo que anhelaba para su familia: un auto grande, espacioso, cómodo, versátil y con un capó amplio que los protegía. Dentro del capó guardaba un gran motor 3.02 en 8 cilindros, potente, fuerte y grande, similar al corazón de José que siempre tuvo a su familia en su mente. Cuando lo usaban prácticamente la seguridad de toda la familia estaba en manos de él y su auto, el cual era una herramienta para viajar y para pasar buenos momentos de descanso, unidad y alegría familiar en ocasiones acompañados por buenos amigos.
A veces el auto, cansado, sufría alguna descompostura, pero al igual que José, tenía motor grande y corazón fuerte. Ellos dos nunca se dieron por vencidos y José nunca dejó de creer en su auto, su suerte y en él mismo. Todos juntos llegaron a recorrer grandes distancias vacacionando prácticamente por todo el país y en algunas ocasiones cruzaron fronteras un poco más lejos; todos estos viajes los realizaron durante años. El auto parecía tener más funciones que ser sólo un vehículo familiar de transporte recreativo. Durante algunos viajes el auto se llegó a convertir en dormitorio y comedor; en él pasaron muchas horas juntos como familia, recorriendo caminos y ciudades, conociéndose entre ellos y conviviendo. Definitivamente el auto era parte de ellos.
Autos fueron y vinieron en la familia de José por más de 30 años pero su Coche blanco, como le llamaban ellos, tenía un lugar muy especial en la historia de su familia. Sin lugar a dudas el valor que José le daba a su auto era emocional, ya que aun pasado de moda, él lo seguía usando para grandes ocasiones, como fiestas, recibir visitas o para darles la bienvenida a los nuevos integrantes de su familia. El auto fue para él también una herramienta de expresión personal. Este auto muy seguramente fue testigo de la alegría que reflejaba José al momento de comprarlo, también vio crecer a los hijos de José de niños a adolescentes y después a adultos.
El Coche blanco también conoció a algunos de los nietos de José y fue testigo, en dos etapas de la vida de José, de la emoción y el gusto que sentía por mostrar de la mano el mundo a sus hijos y más tarde a sus nietos. Todos ellos fueron felices en algún momento de sus vidas al usar este auto.
En mi opinión esta es la meta a la que todos los autos deberían llegar, a cumplir su función al 100% por muchos años, para lo que fueron fabricados y adquiridos. Mientras José vivió siempre estuvo su Coche blanco en el garaje de su casa listo para llevarlos a donde tuvieran que ir, incluso fue auto de emergencia cuando un integrante de la familia lo necesitó; José nunca dudaba en ponerlo al servicio de sus seres queridos.
Todo esto comenzó cuando nació su único hijo varón; hizo de un auto su mejor aliado para dar a su familia compañía, alegría, servicio enseñanza y seguridad. José se identificó tanto con su auto que siempre quiso que cuando muriera fuera su Ford Guayín ltd 1974 el que lo sacara de su casa para llevarlo al lugar de su descanso eterno. Esto no pudo ser posible, ya que en su país no es permitido, pero sin duda él siempre lo lleva en su mente junto con su hijo, que después de 10 años de su partida aún lo sigue extrañando.
El día de la muerte de José se puso fin a una bonita historia de paseos y felicidad entre él, su auto y su familia, que duró exactamente 30 años y 87 días. Más tarde el auto fue vendido y todos continuaron sus propios caminos, llevando consigo quizás por siempre el recuerdo de aquellos años.
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